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CUENTOS

SILVIA FLORENTINO  ARGENTINA
De su libro “El mundo secreto de los incas” 

LA PRIMERA VIRTUD

 
Este cuento obtuvo el primer premio del certamen “Cuentos para niños” organizado por la Subsecretaría de Cultura de Santa Fe, año 1981. Al recibir la distinción la, Directora del Departamento, Profesora Villaverde de Nessier, dijo entre otras palabras, que debía seguir creando sobre esta temática ya que “nuestras escuelas y nuestros chicos lo necesitan”. Como respuesta y un año después, le enviaba “El mundo secreto a los incas” para que lo prolongara. Cuando el libro completo fue premiado   a nivel nacional con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores al considerar que “reviste méritos que lo hacen acreedor a la atención pública” envié a la Directora mi agradecimiento, porque tal vez sin sus palabras de oportuno estímulo este libro no hubiera sido gestado.  

   Por aquel tiempo quiso el Inca saber quién era el chasqui  más veloz. La carrera y la lucha libre eran consideradas en el Tawantinsuyu medios naturales para fortalecer  a  los adolescentes por eso, fueron muchos los incas dispuestos a confrontar. Sin embargo, al conocer las condiciones, sólo dos perseveraron: Samusac de Pumacurcu y Pántaj de Rimakpampa. La  difícil prueba consistía en escalar hasta la boca del volcán Ilampú y momentos antes de su erupción , lanzarse ladera abajo rumbo a un valle transversal, que los resguardaban del rio furiente de lava  y cenizas que arrojaría Illampú. Era una prueba apasionante, pero riesgosa                         
  Llegado el tiempo en que el volcán comenzó a burbujear, Samusak y Pántaj fueron convocados y al rato, ya partían rumbo a la boca de fuego, trepando como cabras entre las piedras y allí aguardaron, decididos y valientes, cuando éste, como un viejo dios ofendido, comenzó a tronar. Entonces a una común señal y cuando la atmósfera se hacía ya irrespirable, se largaron ladera abajo. Fueron los dos hábiles y ligeros sorteando peñas y riscos. Samusak,  logrando una pequeña ventaja. Su corazón palpitaba por la carrera, pero, más por imaginarse triunfador. Con sus ojos descubría los mejores sitios para descender sin contratiempos. En esa tarea estaba, cuando vio a una chica detenida al pie del volcán.       
La muchacha le pidió: 
- ¡Por favor, detén tu carrera, no encuentro el camino hacia el valle que resguarda de la lava de Illampú! Si me llevas, te recompensaré largamente...
Mientras la escuchaba, Samusak pensó: sin duda, la suerte está conmigo: Pántaj no podrá desoir a esta joven. Y siguió su rápida carrera sin responder siquiera    Y así fue. Al llegar, el segundo corredor se detuvo  y una vez enterado, la   tomó en sus brazos: “perderé esta oportunidad de ser Correo del Sol, pero no puedo abandonar a esta muchacha, cuando en pocos minutos la ladera será un hervidero...  
   Pero, he aquí que la jovencita estaba  enviada precisamente por el Sol para completar  las condiciones de la prueba. Los pies de Pántaj en lugar de quedar anclados por el peso del cuerpo que llevaban, parecieron tener alas en su descenso.
La multitud sorprendida llegaba a observar todo y aún más  Samusak quien, en su sorpresa  frenó en seco al sentir  como Pántaj lo rozaba y seguía camino al valle...
  Cuentan que allí fue vitoreado largamente por el inca y su pueblo,  quienes no terminaban de entender qué  había ocurrido en la alta montaña; pero no vacilaron de todos modos, en proclamarlo Correo del Sol.
Recién entonces la muchacha confió el sentido  de su mediación al revelar el mensaje que el Sol enviaba por su voz…   

 “Sólo el que utiliza su talento para servir a los demás, puede ser representante del Padre-Madre del Cielo”

EL HOMBRE QUE PELEABA CONTRA EL DIABLO”:
                                  WALTER BARCO BAJAÑA
                 EL HOMBRE QUE PELEABA CONTRA EL DIABLO


Este personaje, deambuló por mi ciudad natal, Quevedo, a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. El hombre que peleaba contra el diablo era un señor de unos 65 años, más o menos; de contextura delgada. Su rostro aparentaba más edad, quizá porque carecía de dientes. Las pertenencias, del “contendor” de Lucifer, estaban dentro de un saco de tela, donde antes venía la harina de trigo. Nunca supe lo que él guardaba en el interior de su improvisada “maleta”.
Tenía su ropa curtida, igual que el saco, pero no rota ni sucia; por cinturón usaba una soga de cabuya en la que atravesaba una fina rama de árbol, bien recta y lisa, que hacía de espada para pelear contra su enemigo imaginario. Siempre lo vi descalzo, pero no le faltaba su sombrero de paja de mocora.
Para iniciar el ritual de la pelea con el rey de los infiernos, comenzaba bailando y cantando algo que nadie entendía; pero las personas se persignaban y comenzaban a formar un ruedo alrededor de dicho personaje. Cuando veía que tenía más o menos público iniciaba una especie de diálogo, algo disgustado, con el otro espadachín. Luego procedía a decir una oración, que tampoco se entendía, para inmediatamente sacar su gran “espada” y comenzarla a blandir, emitiendo frases, que según parecía eran insultos al diablo; movía su rama de árbol de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo, después daba tres golpes de espada en el suelo, para levantarla a la altura del corazón e introducirla en el mismo y darle muerte a su eterno e invisible enemigo. Luego venía la parte que más le interesaba a él; se sacaba su sombrero y comenzaba a recoger la donación voluntaria. Era el fin de la lid.
                          (Agosto 1 del 2019).  
Prof. Walter Barco Bajaña
Quevedo, Ecuador, 1952. Artista plástico y escritor. Ha participado en numerosas exposiciones nacionales e internacionales; tanto individuales como colectivas: Ecuador, Puerto Rico y USA. Sus obras constan en colecciones privadas. Publicó “La Querida Balbina y otros relatos” (2021, Guayaquil); próximamente publicará “34 años de litopintura” (ambas obras con el sello del Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva). Reside en Union City, NJ.

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