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ARTE LITERARIO TRADICIONAL

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El DANZÓN

Existe un género musical bailable, denominado DANZÓN, nació en la ciudad de Matanzas, Cuba, allá por el año de 1879, mezcla cadenciosa de la danza y  contradanza francesa, con el ritmo traído, junto con toda su cultura, por los africanos, para dar origen, en la idea musical del compositor matancero, el maestro Miguel Failde, siendo, el primer danzón, su hechura musical, estrenada, en el Liceo de la ciudad, cuyo título es, “las alturas de Simpson”, melodía que por su importancia primigenia, se conserva en el repertorio de todas las grandes danzonearas, orquestas dedicadas a crear, promover y difundir este sensual y fino baile de salón.
  Habiendo nacido en Cuba, en sus inicios, bailado únicamente por las clases populares y fuertemente criticado y hasta prohibido, por “las buenas conciencias” de las clases pudientes de la época, aún con todo esto en contra, el danzón se abrió paso, airoso por su carga hechicera de romance y pasión, hasta convertirse en el baile nacional, de la hermosa isla del Caribe.
  Este rítmico baile de exactitudes matemáticas, llega a México, años más tarde, a través de la península de Yucatán, por la cercanía con la isla, la influencia musical, entre otras tantas cosas, logró permear y de ahí emprender un largo camino, hasta llegar a la capital del país, resultando muy del agrado de los buenos bailadores mexicanos
       El éxito, penetración y gran popularidad del danzón en nuestra nación, se logró, en aquel momento, gracias al gran impulso derivado de su enorme difusión a través de la radio, medio de comunicación que lanzó a las masas, grandes voces y la música de moda ya que bastaba un pequeño radio de transistores, para tener grata compañía en las labores del campo y la fábrica lo mismo que en el trajín diario de las mujeres en el hogar.
       Fue tal el impacto de esta música en el alma cálida de nuestro pueblo que la demanda  de sitios de reunión para su disfrute, hizo que proliferaran los grandes salones de baile, lugares que hicieron historia, donde por supuesto, las bien dotadas orquestas y danzonearas interpretaban las mágicas notas de este ritmo caribeño, convirtiéndose en breve, en parte de la cultura musical de México, a tal grado y a mucha honra que, después de 142 años, desde su nacimiento en Cuba, actualmente se baila y disfruta mucho más en México que en la propia isla de ritmos candentes y magia en el andar, habiendo muchos más intérpretes, compositores y ejecutantes en la pista de baile,  tomando así, carta de naturalización en la hermosa tierra del mariachi, donde existen las más prestigiadas danzonearas del mundo y se realizan encuentros nacionales que logran atraer a cada una de las sedes hasta 4000 participantes por evento, habiendo grupos organizados en esta bella disciplina a todo lo largo y ancho de nuestro bello y cálido México..

 

Blanca Reyna Ochoa
Bailadora. Maestra danzonera. Forma parte de los Danzaneros de Acapulco, Estados Unidos Mexicanos.

LA CANCIÓN YUCATECA

 

Se conoce como Canción Yucateca, a un estilo peculiar de temas musicales compuestos por los trovadores de la ciudad de Mérida en las primeras décadas del siglo XX, en el ambiente bohemio de los siete barrios que circundan la ciudad o bajo los laureles que coronan su Plaza Principal. Su temática es el amor de pareja expresado con galanura. Las letras son poemas de variada métrica escritos por los mejores bardos de la época. Los géneros más utilizados para componer canciones yucatecas son la danza, la clave, el bambuco, el bolero, la clave-bolero, la jarana y la evocación maya. Entre sus primeros creadores destacan Ricardo Palmerín (1887-1944), Pepe Domínguez (1900-1950) y Guty Cárdenas (1905-1932), y una larga lista de trovadores y poetas cuya producción la desarrollan en la primera mitad del siglo pasado.

En 1931, Horacio Villamil asienta en el prólogo del Cancionero yucateco, que se publica ese año:
“¡El poeta escribe y el trovador canta! Tal es, en síntesis, el origen legítimo de la canción vernácula contemporánea: el amor, el dolor, el ensueño, la tristeza, la esperanza, el desvío de la amada, son temas que inspiran música y letra. Nuestras canciones tienen esa singularidad. No las alientan la cosa vulgar, ni actitud populachera. Hay en todas ellas extrema delicadeza, aristocracia espiritual y un sentido ingenuo y cierto de lo Bello. […] En Yucatán todos cantan, dijo alguien. La frase no es exacta, pero es justa. No es necesaria la acción material de emitir sonidos melodiosos sujetos a determinado molde. Nosotros, en efecto, cantamos todos en nuestro interior y sabemos sentir lo que el poeta dijo y lo que el trovador –nuestro clásico guitarrista- interpreta inteligentemente, poniendo, muchas veces, un alma superior o un don divino en su música”.

Sobre cómo se estrenaban las canciones yucatecas en su época de oro, José Esquivel Pren nos dice en su Historia de la Literatura en Yucatán lo siguiente: “Estrenar una canción era un acontecimiento trascendente. El poeta y el músico habían oficiado con sus rituales íntimos y esotéricos, antes de que la canción saliese a la calle en busca de la juventud y el amor, que la esperaban en el Parque Hidalgo o en la Plaza Grande para concertar una cita. El poeta y el músico habían vivido en su alma, separadamente, una novela romántica o un drama pierrotesco, una aguda crisis de devoción al terruño o una melancólica sensación poética cualquiera, y, de pronto, las palabras del verso se habían encontrado con las frases de la música, como dos amigos íntimos que se comunicaran sus confidencias; entonces se fundían con la irresistible fuerza de las afinidades electivas en una sola canción”.

Buenos ejemplos de canción yucateca por la galanura de sus letras y la dulzura de su música,  los hallamos ellas golondrinas yucatecas(1922) y la danzaPeregrina (1923), de Luis Rosado Vega y Ricardo Palmerín; la claveRayito de sol (1925) y el bolero Quisiera(1928), de Guty Cárdenas, con letras de Ermilo Padrón y Ricardo López Méndez, respectivamente;  la clave-bolero El pájaro azul (1928), el bambuco Manos de Armiño (1929)  y la clave-jaranaAires del Mayab (1929), de Pepe Domínguez, con letras de Manuel Díaz Massa, la primera, y Carlos Duarte Moreno, las otras dos. Así como la evocación maya El caminante del Mayab (1931), de Guty Cárdenas, con letra de Antonio Mediz Bolio. Todas ellas se encuentran fácilmente en Youtube.


Luis Pérez Sabido
Poeta y compositor mexicano
*Autor del Diccionario de la Canción Popular de Yucatán (2010)

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EL PASILLO ECUATORIANO

Si bien es cierto que el pasillo no nació en Ecuador es allí donde creció como parte de la identidad de su gente.
Procede desde España en el siglo XVII como adaptación del baile Austriaco siendo solamente instrumental. Llega primeramente a Colombia junto con los conquistadores vascos, como una transformación del baile europeo interpretado con el paso más corto y surge como ritmo de baile el cual era interpretado por las bandas militares, en Ecuador se le dominó PASILLO.

 


GLORIA RUIZ CASTAÑEDA

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